lunes, 28 de diciembre de 2009

¡Vivan los parques de bolas!


Acabo de llegar con el peque de un parque de bolas. Ya sabéis, unos de esos locales urbanos con toboganes interiores, castillos inflables, y cubículos con centenares de bolas blanditas de colores. No está el tiempo para muchas más cosas. Y allí los enanos pueden quemar energías y divertirse un rato en calcetines.


A mi peque le chiflan. Las descubrimos tarde, es verdad. Pero estamos recuperando el tiempo perdido. Además le viene especialmente bien brincar y trepar. Y su hermana ya ha estado haciendo sus primeros pinitos bolísticos con apenas ocho meses.

El sitio al que voy es grande y está relativamente tranquilo. Y los niños que lo frecuentan tienden a ser también pequeños. Así que es estupendo para mi peque que se agobia un poco si hay mucho niño mayor que él haciendo el burro a su alrededor (como es lógico y sano que hagan por otra parte).

Y, algo no menos importante, también me dejan entrar a mí con él ya que necesita de mi iniciativa de juego. Me he tirado por los toboganes, le he animado a cruzar las telas de araña de cuerdas, le he lanzado bolas y hemos saltado en el castillo. Nos hemos divertido juntos en definitiva. Y me está enseñando a ver de nuevo el mundo con ojos de niña y a jugar.

Cualquier hijo es capaz de hacerlo si se lo permitimos, pero si tiene las dificultades del mío creo que aún más. Los adultos tenemos que ser su motor.

De todar formas para mí no hay nada como un parque al aire libre. Los columpios son fantásticos, no hay nada que más le guste y nos viene muy bien para trabajar con él. Su primera palabra cuando ha vuelto a ponerse a chapurrear este otoño ha sido "más" y la hemos logrado al parar el columpio.

Los columpios, como los toboganes o los caballitos de los parques, son muy buenos para trabajar la integración sensorial, para tomar conciencia del propio cuerpo.

Y la arena también ofrece un enorme abanico de posibilidades.

Pero en días lluviosos de invierno. ¡Vivan los parques de bolas!

Por cierto, que allí estaba hoy nada menos que Gaspar en persona entregando piruletas, posando para las fotos y recibiendo cartas. Pero de esos reyes magos de centro comercial (así me ha dado siempre por llamarlos) quiero hablar otro día en otro post.

lunes, 7 de diciembre de 2009